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Hanami: cerezos, clima y origen


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Hacia el final del invierno, los vientos fríos que soplan del continente asiático se van debilitando y se vuelven intermitentes. En este momento, las bajas presiones que se originan en China entran en el Mar del Japón, haciendo que empiecen a soplar vientos calientes desde el sur. El primero de estos vientos se llama Haru Ichiban, o literalmente, “el primero de primavera”. En las latitudes más meridionales, la floración de los ciruelos comienza en febrero y la de los cerezos en marzo y el frente de floración (kaika zensen) se va extendiendo desde Okinawa hacia el norte del país, acabando a mediados de mayo con la floración de los cerezos en Hokkaidō, la más septentrional de las islas del archipiélago japonés. Debido a que el clima de cada región no siempre es igual año tras año, la floración de los cerezos en cada región puede adelantarse o atrasarse ligeramente.

Hanami 2016

Es por ello de gran importancia el pronóstico de floración que realiza anualmente la Oficina de Meteorología, y que cuando llegan estas fechas se puede encontrar en los telediarios y periódicos para que los japoneses sepan cuándo pueden ir a contemplar los cerezos en flor. La Oficina de Turismo de Japón (JNTO) también cuenta con una página muy interesante que cuenta la floración de los cerezos por regiones, mostrándonos asimismo las tendencias en las fechas de floración a lo largo de los últimos 10 años. Esto es de vital importancia, ya que la flor del cerezo tiene una vida muy corta, de tan sólo una semana, lo que encaja perfectamente con el espíritu tradicional japonés de admirar la impermanencia de la vida y el fluir de la misma. Precisamente, la flor del cerezo es tan admirada porque es una metáfora de la vida, bella pero efímera.

 En cuanto a la tradición de contemplar los cerezos en flor, tenemos que remontarnos al periodo Nara (710-784) cuando los japoneses tomaron de la cultura china el placer de contemplar las flores. En aquella época la flor del ciruelo era la más admirada, cosa que cambió en el periodo Heian (794-1192), cuando el cerezo cobró más protagonismo, hasta el punto de que en la literatura de la época era frecuente la sinécdoque de utilizar la palabra “flor” para referirse a “cerezo”. En aquellos tiempos, cuando la gente pensaba que existían dioses dentro de los árboles, el cerezo se utilizaba como método para adivinar las cosechas, por lo que se realizaban ofrendas a estos supuestos dioses. Fue el emperador Saga (786-842) quien tomando esta tradición decidió organizar fiestas bajo los cerezos del Palacio Imperial, que eso sí, estaban reservadas únicamente para los miembros de la corte. Con el tiempo la costumbre se extendió a los samuráis y finalmente, en el período Edo (1600-1868), se convirtió en una celebración popular extendiéndose al resto de la población.


Chiyoda no Ôoku – 1894

Chiyoda no Ôoku – 1894


Además, los poetas siempre han utilizado como recursos en sus haikus la corta vida de la flor de cerezo como similitud con la de los samurais, que solían morir cuando aún eran hermosos y fuertes.


Ukiyo-e – Tale of Genji: “Under the Cherry Blossoms”, by artist Kunisada (1852).

Ukiyo-e – Tale of Genji: “Under the Cherry Blossoms”, by artist Kunisada (1852).


Se dice que hay una leyenda sobre el origen de las dos variedades de color de las flores del cerezo (blancas o rosadas), durante la era Meiji, las esposas de los samurais que partían a la guerra y no volvían jamás, estaban tan apenadas que se suicidaban mediante seppuku a los pies de los árboles del cerezo. La sangre era absorbida por el cerezo, y ésta teñía los brotes blancos de un color rosado.

Cred: japonismo.com/ kmerchan.com/gentokyo.moe

 
 
 

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